En estos momentos en que se ha puesto de moda todo lo económico, parece que todo el mundo opina de los grandes asuntos macro, y la prima de riesgo se ha convertido en la vecina del quinto.

Hay un gran interés por ver hasta qué punto nos afectan los grandes eventos, y un seguimiento intensivo de cualquier información que pueda aclarar la situación actual.

Pero esta sobredosis de noticias de poco sirve, frente al gran desconocimiento en general sobre las finanzas personales. La falta de formación específica en este tema lastra la toma de decisiones por parte de los agentes individuales, haciendo en gran medida poco efectiva tanta preocupación, ya que para valorar las consecuencias y tomar medidas al respecto, hace falta comprender su verdadera relevancia para nuestro día a día.

Iluminando este complejo asunto comentamos algunos conceptos básicos:

En primer lugar, el conocimiento claro de que la economía es una ciencia cíclica ya desde la época de los faraones, con las siete vacas gordas y las siete vacas flacas.

En segundo lugar, que además del ciclo general, también existe un ciclo personal, dependiendo del momento de la vida en que te halles, de producir, guardar y gastar. No es lo mismo estar en casa de los padres trabajando sin independizarse, que ser padre de familia, que estar ya jubilado. Lógicamente la combinación de ambos ciclos tendrá mucho que ver en las decisiones que habrá que tomar para producir primero y proteger después los bienes conseguidos.

En tercer lugar, que la forma tradicional de administrar la cosecha, imposible de gastar antes de recoger, ha sido drásticamente cambiada por la fácil disposición del crédito. Sin conocimientos, no se han valorado las consecuencias y el principio de “restricción presupuestaria”, o sea que no se puede gastar más de lo que se ingresa y que hay que elegir en qué se consume, queda roto. Se ha llegado a una situación en la cual la toma de decisiones económicas ha sido excesivamente arriesgada, con las consecuencias que todos conocemos.

En conclusión, independientemente de nuestro nivel de renta, y de la situación económica concreta en la que nos encontremos, siempre podemos mejorar la calidad de nuestras decisiones económicas a nivel personal aumentando nuestros conocimientos acerca de las finanzas domésticas. Siempre se está a tiempo de mejorar la gestión de nuestros recursos (que por definición, por muchos que sean, siempre serán “escasos”), asumiendo la responsabilidad de la toma de decisiones en este ámbito, reconociendo cuándo nos hace falta más información, y buscando consejo de calidad cuando no estemos seguros sobre la decisión a tomar.

Al final, los números que tanto “asustan”, son sumar, restar, multiplicar y dividir. Para tomar el control de tu vida económica no vale decir que “soy de letras”.