Quién de nosotros no hemos conocido a alguien que, a pesar de parecer tenerlo todo, un buen trabajo, unos ingresos interesantes, hasta tirando a altos, incluso una familia bien avenida, es un insatisfecho crónico, nunca está contento y es un agonías. No para de lamentarse de qué mal está todo y de que nunca “le llega”, que hay más mes que dinero, que “no hay derecho”.

Algunas de estas personas, agotadas de tanta negación, no quieren seguir así, y hacen algo al respecto. Empiezan a leer sobre temas económicos, hacen una hoja de cálculo y planean sus finanzas, se ponen listas de buenos propósitos tipo Año Nuevo.

Consiguen pequeños y a veces no tan pequeños avances, como liquidar alguna tarjeta de crédito, o un préstamo personal. Pero, sin saber cómo, llega un momento en el que siempre “pasa algo”, que si bien no les devuelve completamente a la casilla de salida les hace retroceder tanto que les desanima.

Por mucho que lo intentan no parece estar a su alcance controlar sus finanzas y sentirse satisfechos con lo que tienen en su vida.

Lo que ocurre es que las modificaciones de su conducta, como están profundamente arraigadas en actitudes internas, no pasan de arañar la superficie, y para conseguir un cambio duradero han de ser conscientes de qué está pasando para poder remediarlo.

Tan necesario es conseguir nuevas actitudes hacia la riqueza de todo tipo en la vida, no sólo financiera, como elaborar y superar las anteriores.




¿Y QUE ACTITUDES SON ESAS?

 

LAMENTARSE Y QUEJARSE POR TODO.

Cualquier cosa que ocurra da lugar a quejas y lamentos, si eres mujer, por qué no eres hombre, si eres bajo, por qué no eres alto, todo te sale mal, las buenas oportunidades son para los demás. La vida es injusta y te sientes incomprendido.

Además, si te quejas lo suficiente, no habrá quién te aguante y tendrás una profecía autocumplida. A su vez ese aislamiento te ocasionará un gran estrés, y estarás totalmente justificado de no hacer nada al respecto, puesto que “nunca puedo hacer lo que yo quiero”.

 

ERES AVARO.

Sólo eres capaz de comprar ofertas y gangas. Alguien tiene siempre que salir perdiendo para que tú “sientas” que ganas. Buscas ser siempre el “más listo” y lo intentas aprovechándote de los demás, fuerzas descuentos en todo y siempre arañas hasta lo último.

No reconoces el valor de tu tiempo y lo gastas en conseguir cosas que no son las que quieres ni necesitas, sólo porque están baratas. Para ti, gastar equivale a perder.

 

ODIAS LO QUE HACES.

Tu actividad laboral o lo que hagas para ganarte la vida te parece tan insufrible, que lo haces sólo por dinero. Como es lo único que sacas todo gira en torno a él, te parece lo único que merece la pena conservar.

 

CONFUNDES EL DINERO CON LA FELICIDAD.

Cuanto más dinero, más felicidad. Como consecuencia lógica, nunca tienes bastante dinero. Además se sitúa en el futuro, de forma que cuando tenga más seré feliz, y ese más nunca es suficiente.

La felicidad viene de satisfacer tus valores, de sentirse amado, capaz y seguro, y estar integrado en tu entorno. El dinero y las “cosas” se necesitan para niveles de supervivencia y comodidad, pero no tienen que determinar en absoluto tu satisfacción con tu vida, como dicen en Matemáticas, condición “necesaria”, pero no “suficiente”.

 

GASTAS DEMASIADO Y DE FORMA IMPULSIVA.

Gastas más de lo que te sientes cómodo gastando, te sientes ajustado y preocupado. Por otra parte lo quieres todo “ya”, si no lo tienes hoy, piensas que no lo vas a tener mañana. Luego sufres por haber gastado demasiado. Las deudas te asfixian y la excesiva preocupación por el dinero mata la felicidad.

 

CREES QUE TANTO TIENES, TANTO VALES.

Confundes prosperidad en tu vida con dinero y pertenencias. Como es fácil de medir, parece evidente si lo has conseguido o no. Al mismo tiempo pones el alma en tener cosas, si las pierdes por el motivo que sea te ves “arrojado al vacío”. Utilizas esta medida también con los demás.

 

TE COMPARAS CON LOS DEMAS.

Si es para sentirte “superior”, como si te sientes “inferior”, dependes de lo que hagan ellos no tú. Pones fuera de ti la medida de tu éxito. Si además crees ser “mejor” que otro, para mantener esa ficción te inmoviliza el miedo a fracasar y no volver a conseguir aquello en lo que te sientes “bueno”. De todas formas siempre hay alguien que es “más que tú”.

 

¿Y QUE PUEDO HACER PARA COMBATIRLAS?

 

SE AGRADECIDO de todo lo que tienes, das por sentadas muchas cosas que otros no disfrutan.

 

DECIDE LIBREMENTE EL ESTILO DE VIDA QUE QUIERES y luego planifica cómo conseguirlo, no llenes tu vida de saldos, escoge lo que te gusta, te lo mereces.

 

ENCUENTRA UNA OCUPACION QUE TE GUSTE, que te resulte satisfactoria por sí misma y no únicamente por la recompensa económica, que además una cosa no está reñida con la otra.

 

APRENDE A PLANIFICAR, la relación entre pasado-presente-futuro en la economía hay que aprenderla y desarrollarla para poder pasar del estado permanente de “emergencia” a estar tranquilo económicamente. Aprende de los aciertos y errores del pasado.

 

PON EN MARCHA la planificación, y ve variando los planes según lo que vayas consiguiendo.

Decía un sabio general romano, que ningún plan sobrevive al choque con la realidad, cuando te la encuentras te vas adaptando a la misma. Pasa de saber que “necesitas” a saber qué “quieres”. Dile a tu dinero qué quieres que haga por ti.

 

MIDE TUS PROGRESOS RESPECTO A TI MISMO.

Define qué quieres para tu vida, pero tú, ni “la sociedad”, ni “tus padres”, ni “tus amigos”. Una vez que lo sepas, vete poniendo pasos para conseguirlo, pero valora tus avances respecto a ti mismo, recuerda ¿cuántas cosas buenas has conseguido en tu vida? y ¿cuántas más te quedarán por conseguir si vas por ellas?

 

Para finalizar, cuando decides tu estilo de vida, el dinero te da opciones, si lo conviertes en un fin en sí mismo puede arruinarte la vida. Si manejas bien tu dinero, te ocupas y no te preocupas por él. Te sientes con control, tienes seguridad e independencia.

Puedes tener poco dinero, y sentirte rico en tu corazón, tienes lo que necesitas hoy y te ocupas del futuro, para que no te falte nada que sea importante para ti y los tuyos. Aunque tú no has creado muchos problemas de todo tipo que te puedes encontrar, la falta de salud o de trabajo, siempre formas parte de las soluciones.

¿Conoces algún caso parecido? Si te gustó el post, por favor, compártelo.

Foto: Vía Shutterstock