«En este mundo no hay nada cierto, excepto la muerte y los impuestos.» Benjamín Franklin.
Estoy segura de que pagar impuestos es uno de los asuntos más dolorosos para un emprendedor, y para cualquiera.
Hay miles de artículos sobre el pago de impuestos, con pelos y señales, pero hoy voy a hablarte de este dolor, de dónde procede, y cómo reaccionar ante él. No es un tema muy popular de conversación, salvo para quejarse cuanto más mejor.
Y QUE ES UN IMPUESTO
Es una cantidad de dinero que se paga al Estado, por parte de las personas físicas y jurídicas de forma obligatoria, para contribuir a los gastos e inversiones comunes.
Los más importantes son la construcción de infraestructuras, prestación de servicios públicos de sanidad, educación, defensa, y sistemas de protección social, desempleo, invalidez, enfermedad, y pensiones de jubilación.
Dependiendo del hecho económico sobre el que te obligan a pagar un impuesto, su principal clasificación es:
Impuestos indirectos: Son los que pagan todos los consumidores de los bienes y servicios, a modo de recargo. El más conocido es el IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido). Al que tiene un negocio le toca hacer de recaudador para el Estado.
Impuestos directos: Se aplican directamente sobre las rentas obtenidas, ya sean por el trabajo personal, asalariado o autónomo (IRPF, Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas), o por actividad empresarial (Impuesto de Sociedades).
«Lo más incomprensible del mundo es el impuesto sobre la renta». Albert Einstein, Científico (1879-1955).
Hay clasificaciones que indican que nuestro país, es peor, o mejor en cuanto a impuestos, pero lo cierto es que salvo los paraísos fiscales, cuya forma de vida está centrada en atraer millonarios y grandes empresas, en todos los lados cuecen habas y hay letra pequeña.
Cuestión aparte es el uso indebido del dinero público, que en ese jardín no voy a meterme ni de broma.
Y QUE PIENSAS SOBRE LOS IMPUESTOS:
• Que así no hay quien salga adelante
• Que son demasiado altos, y no los entiendes.
• Que te complican la vida a la hora de pagarlos.
• Que sólo con pensar en ellos te sube la tensión y te enfadas.
• Que te quejas y te sientes muy acompañado, todo el mundo te da la razón.
Son emociones tan viscerales que provocan las reacciones más primitivas, esas que están al borde del inconsciente, y son las tres siguientes:
1. HUIDA
* No apartas el dinero que te permitiría no tener problemas. Entiendes perfectamente que estás recaudando para el Estado, pero la sensación de que te están «quitando» tu propio dinero no hay quien la aguante. De hecho dices «que me vengan a buscar si quieren».
* Como cuanto más trabajo más pago, cuanto menos trabaje mejor. Trabajaré todo lo posible evitando facturar.
Si vas trampeando para no pagar impuestos, renuncias a clientes mayores que estarían dispuestos a pagarte precios más altos, pero eso sí, con factura.
* A veces el rechazo es tan grande que se incurre en prácticas fraudulentas, con sus consiguientes riesgos, sólo por ahorrarse el chocolate del loro, en vez de hacer las cosas bien.
Aún recuerdo una conversación que tuve con un empresario bastante próspero, que estaba literalmente obsesionado con Hacienda, le pregunté si había tenido algún problema real que lo justificara, y me dijo que no, que nunca le habían hecho una inspección.
En realidad estaba con problemas en la auditoría que cuestionaban sus prácticas contables, todo por el tema de Hacienda. Esto sí que le estaba ocasionando problemas de reputación.
*»El banco solo me pone problemas, si es que así no hay quien saque nada adelante». Esta declaración ocurre ante declaraciones de impuestos anormalmente bajas para el movimiento que dice tener el emprendedor en cuestión. Por mucho que las cuentas parezcan ir bien, lo que se refleja legalmente es lo que manda a la hora de conseguir financiación.
2. BLOQUEO, MIRAR PARA OTRO LADO
* No puedo ni siquiera hablar del tema sin enfadarme muchísimo. De hecho, digo cosas como «prefiero no mirar la cuenta del Banco para no ver qué me cobran, sólo trabajo para Hacienda». Tampoco sabes lo que ganas, ni si llegas a fin de mes.
* «Espero que sea mi gestor el que se ocupe de todo, que para eso está». Pero la función del gestor es solamente administrativa, sólo algunos asesoran otros temas, pero no van a tomar decisiones por ti, ni te van a juntar el dinero para el día que hace falta.
Te va a decir cuándo y cuánto necesitas para liquidar tus impuestos, pero nada más.
* Empiezas el negocio haciendo pequeñas cosas, «a ver si funciona», y te alegras porque vas viendo resultados. Eso sí, como acabas de empezar de estas historias de impuestos nada de nada.
Si te planteas que de verdad sea un negocio para vivir, más de uno se sorprende cuando hace las cuentas, «en directo», que realmente ha infravalorado lo que necesita facturar para salir adelante. Incluso con el escenario más favorable, los números no salen.
3. LUCHA
* Cuanto más impuestos pagues mejor. Señal de que te va de maravilla.
Pero, como lo cortés no quita lo valiente, utilizas todos los medios a tu disposición de planificación fiscal y asesoramiento para pagar lo menos posible.
Tienes la costumbre de al menos al principio del último trimestre del año, planificar tu factura fiscal para afinarla el máximo posible. Te ahorras un buen dinero todos los años haciéndolo.
«Evitar impuestos es una de las pocas actividades intelectuales que producen beneficios económicos» John Maynard Keynes, Economista estadounidense (1883-1946).
* Tener en cuenta los impuestos es imprescindible para empezar:
Hasta que no se alcance cierto volumen de facturación, hay que informarse bien de cómo facturar (darse de alta y de baja, concentrando facturas), no es necesario ir de ilegal por la vida, ni siquiera al principio.
También cuando aún la actividad no es exclusiva (mantienes un trabajo por cuenta ajena) tiene un tratamiento fiscal diferente, más suave, como de costumbre, la información es poder.
No pierdes el tiempo en una actividad que por muy bien que te salga, no te va a alcanzar para vivir, si es lo que querías conseguir.
* A la hora de solicitar financiación bancaria, tus números se corresponden con tus declaraciones, sabes que uno de los baremos más importantes para conseguirla es el pago de impuestos y sobre qué bases lo haces.
En resumen, a nadie le gusta pagar impuestos. Ya que es inevitable en la mayor parte del mundo, hay que tenerlos en cuenta tanto o más que la previsión meteorológica.
Si nos avisan de unas lluvias torrenciales, no nos vamos a arreglar con un paraguas, seguro que habrá que tomar medidas más apropiadas. Lo que está claro es que mirando para otro lado, o haciendo «apaños» correrás riesgos innecesarios.
Lo bueno es que la dinámica del negocio sigue ciclos que se repiten en el año, y es relativamente sencillo tomar medidas, tanto de tesorería, para no sufrir a la hora de pagar, como de planificación para pagar lo menos posible.
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