Te desprendes de tu dinero duramente ganado, a cambio de todo tipo de productos y experiencias que te dan ¿el qué?

Vas a ver las siete emociones que te ayuda a curar, o a conseguir, el dinero, ese que representa las muchas horas de tu vida que trabajas para llamarlo tuyo.

1. EL MIEDO.

Estás lleno de miedos, como todo el mundo ahora, llegando al extremo del “Miedo panorámico”, denominación antropológica, que expresa una “sensación agobiante de pérdida de control, que impulsa a luchar por encontrar cualquier tipo de tranquilidad posible”.

 

Algunos de estos miedos variados más comunes son:

Miedos a la economía, perder el trabajo y no poder pagar las deudas.

Miedo a que te deje tu compañero o pareja.

Miedo a la soledad y no tener amigos.

Miedo a la enfermedad, cualquier pequeño malestar necesita su pastilla.

Miedo a llegar a viejo y estar mal de salud o incapacitado.

Miedo a los gérmenes, cualquier cosa contagiosa.

Miedo a la muerte.

Miedo al cambio climático, a la contaminación alimentaria, a los terroristas.

Miedo a los robos, secuestros, asaltos callejeros.

Miedo a conducir y volar

Miedo a los desastres naturales ….

 

Muchos de estos miedos son “curados” o mitigados con fármacos, alarmas antirrobo, seguros de vida o de salud, limpiadores más fuertes, o una nueva aplicación para el móvil.

Aunque muchos son genuinos y completamente tuyos, has de distinguir entre propios y los inducidos, eso de convertir en “síndromes” cualquier molestia, y lo que se convierte en alarma social, como lavarse con jabón bactericida, y a río revuelto ganancia de pescadores.

 

2. LA CULPA.

Enfrentar la culpa, de no cuidar bien de los nuestros, de no hacer lo “suficiente”, de no ser lo bastante buenos … hijos, padres, amigos, esposos.

Se mitiga con productos especiales para bebés, todos los cacharros que uno pueda imaginar para la infancia que sean educativos y supuestamente beneficiosos, comidas preparadas “especiales”.

También con colonias, perfumes, ropa y objetos variados, para que se den cuenta de cuánto los quieres. El sentido de culpa de los padres hace que darles a sus hijos lo que pidan sea la manera mejor, o más fácil, de “quererles”.

 

3. EL SEXO.

Aceptación como pareja. Cualquier cosa que creas que te hace más atractivo al sexo opuesto.

Se utiliza de gancho para todo.  La necesidad que cubre es la de sentirse tan llamativo y deseable como sugieren los productos que se compran, ya sea de cosmética, moda, o automoción.

 

4. EL GRUPO.

Sensación de pertenencia. Si nuestros amigos y conocidos utilizan alguna cosa que les va bien, te sientes inclinados a utilizarlo sin necesitar más añadido.

Por eso funcionan tan bien las típicas recomendaciones.  No sólo eso, te gusta también tener “lo que tienen los demás”, como algo a lo que aspiras. La envidia de toda la vida de lo que tiene la vecina.

 

5. NOSTALGIA.

Cualquier tiempo pasado fue mejor y más sencillo. Todo lo que nos lleva de regreso a la infancia nos produce bienestar.

Las referencias a las recetas de la abuela, todos los que hicimos EGB, o el entrañable 600 nunca fallan.

Otra vertiente es la de las canciones, musicales y películas, que cuanto más se ven, más nos satisface repetir la sensación de cuando las vimos por primera vez.

 

6. FAMA Y RIQUEZA.

Lo que usan los ricos y famosos tiene un efecto “halo”, de alguna forma compartimos su éxito cuando usamos las cosas que ellos usan.

Las agencias de viajes, las tarjetas de crédito, la hostelería, el turismo en general, los productos de lujo, lo saben bien cuando los utilizan de reclamo.

 

7. ESPERANZA, de tener más salud, de ser más felices, de contribuir a hacer un mundo mejor. Queremos sentirnos mejor aunque no practiquemos nuestra religión, o no tengamos, contribuir a buenas causas.

Entran aquí la “banca ética”, los donativos a las catástrofes, los jabones ecológicos, las cremas hidratantes, antiarrugas y antitodo, los suplementos alimenticios, las clases de yoga y meditación.

El efecto es tan potente, que basta con adquirir alguno de estos productos, aunque luego incluso no se usen, que te da la sensación del “deber cumplido”.

 

 

Y ¿POR QUÉ RESULTA TAN SATISFACTORIO EL HECHO DE COMPRAR?

 

Las compras son emocionales, posteriormente las racionalizas. Se habla de porcentajes pero no bajan del 70 al 80% en contenido emocional.

Parece que las mujeres son más sensibles a las emociones, pero cuando se pretende que un hombre compre se disfraza con características y especificaciones que le permitan racionalizar su compra.

Influyen de manera desproporcionada una pulgada arriba o abajo, o un zoom de nosécuantos, o un cilindro de más o menos.

 

Los deseos, que por su propia naturaleza son impulsos físicos y emocionales, no surgen de la nada, pueden ser tanto conscientes como inconscientes.

 

Desde el inconsciente te ayudan de forma visual, como las fotos de un refresco con gotas, auditivos, como las burbujas que suenan, y gustativos, como el famoso glutamato sódico, las grasas y el azúcar, en combinaciones que no puedes parar de comer.

 

Para crear los hábitos las marcas tienen un proceso de enganche en dos fases, capitalizando la búsqueda de las emociones:

  • Fase rutinaria: son los productos que usamos todos los días como un hábito.
  • Fase de de ensueño: señales emocionales que se reciben estando relajado, es el momento de fin de semana, de vacaciones, en que se producen los buenos recuerdos.

El enganche se consigue cuando esos buenos recuerdos se rememoran al  usarse todos los días instaurando un nuevo hábito.

 

 

Y A VECES SE CONVIERTE EN UN VERDADERO PROBLEMA:

 

Las compras compulsivas alivian muchos sentimientos como la angustia, el aburrimiento, la autocrítica, la ira.

Procuran un subidón de la autoestima por el acto mismo de comprar, efecto Julia Roberts en Pretty Woman. Aunque sólo te quieran por tu dinero te resulta irresistible.

Luego te arrepientes cuando lo que vas buscando es la experiencia de la compra, no lo que has adquirido, y en muchos casos además te has endeudado para comprar lo que no te puedes permitir.

 

Además se produce el efecto, bien conocido en todo tipo de adicciones, de que para conseguir la recompensa, cada vez se necesita incrementar más el estímulo, hace falta más y más, y se entra en una dinámica que no se puede mantener.

 

 

En resumen, cuando gastas tu dinero ¿qué vas buscando? procuras huir de la enfermedad, la soledad, el aislamiento social, la culpabilidad por lo que has hecho o dejado de hacer,

Y/o al mismo tiempo quieres ir hacia la salud, la seguridad, la fama y la riqueza, el sentido de lo exclusivo y especial, la esperanza en el futuro y en un mundo mejor.

 

En el mundo actual en que vivimos, el mercado, a través de las marcas, capitaliza todas estas emociones y sentimientos, y los suministra pulcramente empaquetados para su consumo.

 

Tienes siempre una buena razón para hacer lo que haces. Te procura placer y mayor bienestar, si no no lo harías.

Cuando no es evidente el beneficio, hay que buscar la intención positiva que encierra el comportamiento, y aparecerá la ganancia secundaria, controlar el miedo, ser aceptado, una o más de las siete anteriores.

 

Identificando por qué haces algo que no te gusta, como puede ser comprar en exceso según qué cosas, verás que necesidad satisfaces, y podrás encontrar una manera más adecuada de hacerlo. Si no será muy difícil conseguir cambios duraderos.

Las emociones que curas con dinero son tan fuertes  y primarias, y tan necesaria su satisfacción, que merece la pena pensar cómo puedes cuidarte teniendo conciencia de cómo lo haces hasta ahora y si estás contento con los resultados obtenidos.

 

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Foto: Vía Shutterstock